"El puerto de los cristales rotos"...
Un viaje hacia a la desesperanza,
la mentira y la traición...
Por Jorge Herrera-Monroy
A principios de marzo escuché un
comentario de un colega crítico teatral "El director Mario Ernesto Sánchez hizo la lectura de su nuevo montaje.
Es algo histórico y un proyecto al cual le ha invertido muchos años de
investigación y esfuerzo".
“¿De
qué se trata?” pregunté y la respuesta fue "De la historia y travesía del St.
Louis. Un buque de pasajeros alemán, por medio de la cual se revelan las
dramáticas dificultades que enfrentaron más de 900 judíos en su intento de
escapar del terror nazi a Cuba en 1939".
Pero lo más importante, y lo que
atañe a esta crítica investigativa, fue su estreno mundial la noche del 21, y
el anuncio de tres funciones más 22, 23 y 24 de julio, como el Broche de oro de
El Festival Internacional de Teatro
Hispano en Miami en Carnival Studio Theater del Adrienne Arsht Center en la
capital del sol.
Aquella noche, con copas de sidra
en mano, la audiencia brindó por Eva
Wiener de New Jersey y Judith Steel
de New York, dos sobrevivientes de los 937 pasajeros que viajaron en el buque
MS St. Louis, el cual salió de Hamburgo, Alemania, el 13 de mayo de 1939. Esta
nave nunca desembarcó en La Habana por la indiferencia diplomática y la corrupción
política de sus gobernantes, y tuvo que regresar en junio 17 dirección al
puerto de Amberes, Bélgica, después de peticiones de desembarcos fallidos en
Cuba, Estados Unidos y Canadá. El episodio del viaje del buque MS
St. Louis ha sido considerado un hecho que avergüenza a la humanidad en los
últimos 77 años. Un mal manejo de política y diplomacia de Alemania, Estados
Unidos, Canadá y Cuba. Estas naciones han pedido disculpas por este acto
vejatorio al gobierno de Israel, pero Cuba no lo ha hecho jamás.
TODOS
ABORDO!
Con una espectacular obertura
musical de Mike Porcel se abre la escena. Al instante son proyectadas, en
pantalla monumental, imágenes en blanco y negro del abordaje original de buque
MS Saint Louis ocurrido el 13 de mayo de 1939.
Casi en el proscenio del escenario
se ve movimiento humano; personas que apuradas tratan de abordar una
impresionante embarcación a punto de partir. Por el dinamismo de la escena y la
iluminación pareciese contar con un gran elenco, el cual a media luz se mueve
con rapidez. Al final... queda al descubierto una gigantesca escenografía,
creada por Pedro Balmaseda y Jorge Noa, que nos muestra la cubierta, la proa, los
camarotes, el salón de baile, las escalinatas, y otros ambientes del
trasatlántico pero con solo siete actrices/actores a bordo y la pregunta
obligada ¿Una escenografía tan grande en ese espacio, para un elenco tan
pequeño? ¿Por qué?.
De los siete personajes, dos son
reales: el Capitán Gustav Schröder (Juan
David Ferrer) y el espía-camarero alemán Otto Schiendick (Boris Alexis Roa). Los otros cinco
ficticios: la pareja Vera Kaufman (Marilyn Romero) y Dr. Joseph Feivel (Julio Rodríguez) y la otra mancuerna Lina
Berman (Alina Interián) y Avram
Berman (Gerardo Riverón) y Chaim
Goldenberg (Carlos Acosta-Milián)
completan el reparto, unido éste a apariciones mínimas del violinista Jorge Carlos Oviedo, y Amaya y Sienna
Borotto, (Jewish girls- las niñas judías) al
principio y al final de la obra.
Este elenco fue elegido por el
propio Mario Ernesto Sánchez, para
que través de estos siete personajes nos contaran este drama histórico a lo
largo de 90 minutos sin intermedio.
Al no existir indicios de una
puesta en escena sobre este tema en español, fuera de una opera, El puerto de los cristales rotos, se
convierte en la primera versión con subtítulos en inglés para el teatro de este
hecho. A pesar que los autores, Mario
Ernesto Sánchez y Patricia Suárez, han argumentado que había escasez de
información y que fue necesario 10 años de una investigación exhaustiva. Existen
varios antecedentes en el periodismo, la literatura y el cine que contradicen
lo afirmado y que expongo a continuación.
Desde principios mayo y hasta finales de junio de 1939 se publicaron detallados artículos periodísticos de los diarios más importantes del mundo en varios idiomas, ahora resguardados en hemerotecas, museos y centros de acopio de información en diferentes países sobre el tema judío.
Desde principios mayo y hasta finales de junio de 1939 se publicaron detallados artículos periodísticos de los diarios más importantes del mundo en varios idiomas, ahora resguardados en hemerotecas, museos y centros de acopio de información en diferentes países sobre el tema judío.
También, desde 1974, se han
publicado libros, uno de ellos Voyage
of the Damned de Gordon Thomas y
Max Morgan-Witts, convertido en la fuente de consulta más popular de esta
historia y en un de los best-seller más vendido y leído de su tiempo. Dicha
popularidad tentó al director estadounidense Stuart Rosenberg para pedirle a los guionistas David Butler y Steve Shagan una adaptación cinematográfica de ese
libro que con inversión inglesa, se convirtió en el filme "Voyage
of the Damned", conocido en español como "Viaje de los condenados o "Viaje de los
malditos" en 1976.
La película, rodada en varias locaciones:
Barcelona, España; Londres, Inglaterra y los EMI Elstree Studios Borehamwood de
Hertfordshire, Reino Unido, se transformó en todo un suceso cinematográfico con
un elenco plasmado de grandes estrellas: Faye
Dunaway, Max von Sydow, Malcolm McDowell, Orson Welles, James Mason, José
Ferrer y Fernando Rey, entre otros
grandes artistas. La cinta se apoderó de las salas de exhibición en el mundo a
fines de la década de los 80's.
A pesar que Voyage of the Damned fue
nominada a tres oscars de la Academia y dos Globos de Oro (Golden Globe Awards)
en Hollywood para las entregas de 1977, no ganó ningún premio y la critica fue
muy severa con sus opiniones. Algunos expertos la señalaron como una cinta
"superficial, llenas de clichés
hollywoodenses"; otros dijeron que era "deshonesta”, a pesar de sus buenas intenciones, ya que ocultaba el
drama histórico, usando una novela barata, el best-seller de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts, para
ganar taquilla. A pesar de contar con un excelente reparto, una emotiva banda
sonora de Lalo Schifrin y el éxito en
taquilla… la película "naufragó".
Tuvieron que pasar 17 años de
silencio, para que en 1994, el iraní
Maziar Bahari realizará el documental Le Voyage du Saint-Louis por encargo
de la televisión francesa, en que los 937 judíos alemanes del MS St. Louis
recibieron un verdadero homenaje y reconocimiento. Con testimonios de los pocos
sobrevivientes, miembros de la tripulación y personas que ayudaron a los
refugiados para salvar sus vidas en Cuba, y varios países en Europa, después de
esa fatídico travesía.
Por primera vez, se dan a conocer los rostros de algunos de los héroes anónimos de esta odisea, Gustav Schröder, el capitán del MS St. Louis; Luis Clasing y Robert Hoffman, oficiales de la compañía Hapag, dueña del buque MS St. Louis en la Habana; Jan Karski, uno de los mediador en Europa; y por fin se señalaron públicamente algunos de los culpables de esta injusticia humana, entre ellos, el Ministerio de Propaganda nazi, Joseph Goebbels, el espía de la Gestapo, Otto Shiendick, el presidente en turno de Cuba, Federico Laredo Bru y Manuel Benítez González, Director General de Inmigración Cubana, quien se enriqueció ilícitamente por este drama humano.
Por primera vez, se dan a conocer los rostros de algunos de los héroes anónimos de esta odisea, Gustav Schröder, el capitán del MS St. Louis; Luis Clasing y Robert Hoffman, oficiales de la compañía Hapag, dueña del buque MS St. Louis en la Habana; Jan Karski, uno de los mediador en Europa; y por fin se señalaron públicamente algunos de los culpables de esta injusticia humana, entre ellos, el Ministerio de Propaganda nazi, Joseph Goebbels, el espía de la Gestapo, Otto Shiendick, el presidente en turno de Cuba, Federico Laredo Bru y Manuel Benítez González, Director General de Inmigración Cubana, quien se enriqueció ilícitamente por este drama humano.
Le Voyage du Saint-Louis o "El viaje o la travesía del San Luis"
tuvo un gran valor. Contenía secuencias de archivo filmadas en su mayoría en la
cubierta durante el viaje de Hamburgo a La Habana, así como fotografías
inéditas que lo convirtió en el mejor documental logrado sobre esta singular
odisea.
A este acopio informativo, se
unió, a fines de la década pasada, en 2009, The Messenger un libro del
escritor Yannick Haenel y publicado en Francia. Novela histórica que retomó el
tema del abandono de estos judíos alemanes del MS St. Louis por parte de la
comunidad internacional, a través de las revelaciones de un testigo real, el
agente secreto polaco Jan Karski, quien habló de la sordera organizada de los
aliados ante el exterminio judío, y como ejemplo citan a los 937 viajeros de
este crucero de lujo.
Conclusión, ¿Dónde se realizó la
"exhaustiva" investigación de 10 años de esta historia, que ahora se
ha plasmado en el teatro como "El puerto de los cristales rotos"
(Harbor of Broken Glass) habiendo a
la mano tanta información?
A pesar de la omisión investigativa, el texto de esta obra tiene dos valores importantes: los autores Mario Ernesto Sánchez y Patricia Suárez rescatan esta historia casi en el olvido y la llevan a la escena en siglo XXI y la denuncia abiertamente de las corruptelas de las autoridades cubanas de ese entonces, su actitud negligente y su falta de honorabilidad diplomática. Craso error no pedir una disculpa pública mundial al pueblo judío como lo han hecho Alemania, Canadá y Estados Unidos.
Con respecto al nombre de la obra,
se barajaron varios títulos y al final se escogió "El puerto de los cristales rotos”
(Harbor of Broken Glass), que se inspiró en la "Noche de los cristales rotos", un
hecho real ocurrido del 9 al 10 de noviembre de 1938. Fechas en que más de siete
mil comercios y casas judías fueron saqueadas y los cristales de tiendas y ventanas
de los hogares destrozados y dichos cristales quedaron esparcidos por cientos en
las de calles de ciudades y pueblos en Alemania y Austria.
Fueron momentos
terribles, en los cuales más de 250 sinagogas fueron quemadas, 30 mil judíos
alemanes fueron arrestados por el "delito" de ser judíos y enviados a
campos de concentración. Miles de personas fueron asesinadas. Cementerios,
hospitales, escuelas y hogares arrasados mientras la policía y las brigadas de
bomberos germanas se mantenían al margen. Se les impusieron toques de queda que
limitaban las horas del día para poder salir de sus casas.
Después de la "Noche de los cristales rotos" la vida fue muy difícil
para ellos. En la desesperación, muchos judíos adultos se suicidaron. La
mayoría de las familias trataba de irse de Alemania y la oferta de MS Saint
Louis fue un halo de esperanza a seis meses de esa dolorosa noche.
Volviendo a la obra de teatro, su
principio es tan fidedigno como el hecho real. Un barco que zarpa del puerto de
Hamburgo con destino a La Habana con muchas esperanzas. Los 937 judíos abordo de ese buque
tenían visas otorgadas por la embajada de Cuba en Alemania, sin embargo, a su
arribo el 27 de mayo a La Habana no se les permitió desembarcar, y solo 29
tuvieron la suerte de hacerlo por diferentes motivos, por lo tanto, los otros
908 continuaron su doloroso trayecto por 20 días bordeando la costa de Miami y
ante las negativas, estadounidense y canadiense, de recibirlos no tuvieron otra
opción de regresar a Europa y fue Amberes, Bélgica, el puerto alterno, el cual
recibió a estos desesperados viajeros que se negaban regresar a la Alemania de
Hitler el 17 de junio de 1939.
La obra de teatro "El
puerto de los cristales rotos” (Harbor of Broken Glass), no aporta nada
nuevo a la historia ya conocida y su base de siete personajes, dos reales y
cinco ficticios, quedan cortos como sus dramas ante peso de este bochorno hecho
y ante la monumental escenografía de Jorge Noa y Pedro Balmaseda, que a veces
parece un enorme crucero y otras, andamios de un edificio en construcción que
solo los salvavidas con el nombre de Saint Louis nos recuerda que estábamos
abordo.
Pero las sensaciones de soledad y desolación no se llena con nada, ni con el recuerdo de las 937 almas que suponen viajaban imaginariamente allí. Solo el buen diseño de iluminación de Ernesto Padilla y la calidad de la música original de Mike Porcel, por momentos, menoscaban esa profunda sensación de vacío.
Pero las sensaciones de soledad y desolación no se llena con nada, ni con el recuerdo de las 937 almas que suponen viajaban imaginariamente allí. Solo el buen diseño de iluminación de Ernesto Padilla y la calidad de la música original de Mike Porcel, por momentos, menoscaban esa profunda sensación de vacío.
Aunque "El puerto de los cristales
rotos” (Harbor of Broken Glass), ancla su narrativa en las actuaciones
en pareja de Marilyn Romero (Vera Kaufman) y Julio Rodríguez (Dr.
Joseph Feivel); Alina Interián (Lina Berman) y Gerardo Riverón (Avram
Berman) y apoyada en las actuaciones individuales de Carlos
Acosta-Milián (Chaim Goldenberg), Juan David Ferrer (Capitán Gustav Schröder)
y Boris Alexis Roa (Otto Schiendick), cada actriz/actor lucha por darle vida a su
personaje con libertad y contar su historia hay algunos que
sobresalen y otros quedan opacos.
Por ejemplo, Gerardo Riverón logra en Avram Berman, una gran actuación. Encarna a un anciano pesimista que carga consigo, a lo largo de toda la obra, el mal augurio que jamás desembarcarán en La Habana. Su estabilidad la representa su violín Stradivarius y la amorosa actitud de su esposa, Lina Berman (Alina Interián), quien se ciñe estrictamente a esa clásica mujer judía que trata de contrarrestar la negativa actitud de su marido con esperanza y fe. Grandes caracterizaciones.
Por ejemplo, Gerardo Riverón logra en Avram Berman, una gran actuación. Encarna a un anciano pesimista que carga consigo, a lo largo de toda la obra, el mal augurio que jamás desembarcarán en La Habana. Su estabilidad la representa su violín Stradivarius y la amorosa actitud de su esposa, Lina Berman (Alina Interián), quien se ciñe estrictamente a esa clásica mujer judía que trata de contrarrestar la negativa actitud de su marido con esperanza y fe. Grandes caracterizaciones.
La segunda pareja, Vera
Kaufman (Marilyn Romero) y Dr.
Joseph Feivel (Julio Rodríguez),
representan un dueto que viven en el juegode la amistad, el amor resignado y
el acompañamiento fiel. Marilyn Romero,
asume a una Vera Kaufman, actriz que deja atrás sus años de triunfos
artísticos para enfrentar un destino incierto lleno de dudas e incertidumbre.
Con gran fuerza y profesionalismo Marilyn Romero lleva a cabo su
personaje que trasmite todo el tiempo emociones. Mientras que Julio Rodríguez desarrolla un Dr.
Joseph Feivel muy convincente. Cómplice y testigo de las andanzas y
pasiones de su dama. Sin embargo, aunque con otros nombres y diferentes caracteres
en la obra de teatro, esta pareja se asemeja mucho a la encarnada por Faye Dunaway (Denise Kreisler) y Oskar
Werner (Profesor Egon Kreisler) en la película "Voyage of the Damned".
Por su parte, Carlos Acosta-Milián, Chaim
Goldenberg, nos entrega un personaje en busca del amor y la libertad.
En solitario trata de mantener la calma pero el fondo sabe que este viaje no
tiene un final feliz y toma la decisión, como algunos judíos de ese buque lo
hicieron, del suicidio antes de regresar a Alemania. Como fue el caso de Max
Lowe, que lo intentó cortándose las venas y tirándose por la borda
frente a La Habana. Con gran pericia Acosta-Milián
desempeña su personaje con pinceladas dramáticas.
Referente a los caracteres reales del espía-camarero Otto Schiendick y del Capitán Gustav Schröder, el análisis es otro. Sus dimensiones históricas y artísticas son abrumadoras. Muchos sobrevivientes del MS St. Louis los recordaron en sus memorias.
A Otto Schiendick como un miembro de la tripulación del barco, camarero cruel, déspota, despiadado y fanático de Hitler. Los autores Gordon Thomas y Max Morgan-Witts del libro Voyave of the Danmer lo describen como un militar de raza aria y el director de la cinta del mismo nombre, Stuart Rosenberg, lo enmarca en el arquetipo alemán rubio y alto en la caracterización del actor Helmut Griem con una gran fuerza actoral.
El actor sueco-francés Max von Sydow, lo representa en la película Voyage of the Damned" ("Viaje de los condenados") como estricto, disciplinado pero muy humano ante la tragedia de Ms St. Louis, durante la fallida travesia cabileo las autoridades cubanas, estadounidense, inglesas para tratar de desembarcar a esos pasajeros en un puerto seguro y evitar por todos los medios su regreso a su lugar de partida, Hamburgo, Alemania.
En la obra "El puerto de los cristales rotos, la responsabilidad de encarnar este personaje recaen en los hombros del experimentado actor Juan David Ferrer. La dirección de escena de Mario Ernesto Sánchez se hacen notar y en conjunto, actor y director, nos presentan su versión teatral del Capitán Gustav Schröder. En esta ocasión dicho capitán luce sobrio, frío y distante.
SIN FINAL FELIZ
Se supone que el angustiante viaje
del crucero MS St. Louis por 34 días en alta mar que comenzó en Hamburgo,
Alemania, el 13 de mayo y concluyó el 17 de junio de 1939 en Amberes, Bélgica,
tuvo un final feliz. Sin embargo, cuenta la historia que no fue asi.
De los 937 pasajeros, 28 bajaron en Cuba; 60 regresaron a Alemania, ya que eran miembros de la tripulación, Uno se suicidó y otro falleció de muerte natural en alta mar, y los otros 847 judío-alemanes, entre ellos muchos niñas/niños, fueron repartidos a naciones amigas que les dieron asilo bajo el acuerdo "Misión de clemencia". 228 marcharon a Inglaterra; 224 viajaron a Francia; 214 se quedaron en Bélgica y 181 se fueron para Holanda.
Con la declaración de la Segunda Guerra Mundial, Alemania invadió Francia y los Países Bajos. Lamentablemente muchos de los 847 refugiados que habían quedado radicados en estos países fueron recapturados durante la Segunda Guerra Mundial y enviados a campos de concentración en donde muchos perdieron sus vidas. Solo 147 sobrevivieron y se unieron al grupo de los 228 que se salvaron en Inglaterra al final de la segunda guerra mundial dando un total de 375, algunos de ellos viajaron posteriormente a los Estados Unidos.
El Capitán Gustav Schröder fue reconocido tanto cuando estaba vivo y después de su muerte. En 1957, fue galardonado con la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania "por sus servicios a las personas y la tierra en el rescate de los refugiados". En marzo de 1993, Yad Vashem honró Schröder con el título de "Justo entre las Naciones" por el Estado de Israel. En 2000, la ciudad alemana de Hamburgo dedicó una calle Schröder y descubrió una placa detallada por sus acciones humanitarias.
De los 937 pasajeros, 28 bajaron en Cuba; 60 regresaron a Alemania, ya que eran miembros de la tripulación, Uno se suicidó y otro falleció de muerte natural en alta mar, y los otros 847 judío-alemanes, entre ellos muchos niñas/niños, fueron repartidos a naciones amigas que les dieron asilo bajo el acuerdo "Misión de clemencia". 228 marcharon a Inglaterra; 224 viajaron a Francia; 214 se quedaron en Bélgica y 181 se fueron para Holanda.
Con la declaración de la Segunda Guerra Mundial, Alemania invadió Francia y los Países Bajos. Lamentablemente muchos de los 847 refugiados que habían quedado radicados en estos países fueron recapturados durante la Segunda Guerra Mundial y enviados a campos de concentración en donde muchos perdieron sus vidas. Solo 147 sobrevivieron y se unieron al grupo de los 228 que se salvaron en Inglaterra al final de la segunda guerra mundial dando un total de 375, algunos de ellos viajaron posteriormente a los Estados Unidos.
El Capitán Gustav Schröder fue reconocido tanto cuando estaba vivo y después de su muerte. En 1957, fue galardonado con la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania "por sus servicios a las personas y la tierra en el rescate de los refugiados". En marzo de 1993, Yad Vashem honró Schröder con el título de "Justo entre las Naciones" por el Estado de Israel. En 2000, la ciudad alemana de Hamburgo dedicó una calle Schröder y descubrió una placa detallada por sus acciones humanitarias.
Mientras que el espía nazi Otto Schiendick, regresó a Alemania y se
reintegró a la Gestapo. En 1945 murió en manos de un comando británico que
patrullaba las calles de Hamburgo.
Después de su travesía del 1939,
el MS
St. Louis fue remolcado a Hamburgo, en donde sirvió como un buque naval
de 1940 a 1944. El 30 de agosto de 1944, fue dañado gravemente por los
bombardeos aliados en Kiel. Fue reparado y se utiliza como un barco hotel en
Hamburgo hasta 1946. En 1952 fue vendido como chatarra para ser reciclado.
La obra “El puerto de los cristales rotos” (Harbor of Broken Glass), presentada por Teatro Avante y dirigida por Mario Ernesto Sánchez, también tuvo su final con la proyección en la pantalla monumental de la lista de los 937 nombres de los pasajeros del MS Saint Louis y el violinista Jorge Carlos Oviedo, tocando en vivo notas melancólicas hace el cierra la función. Un aplauso seco, sin vivas, ni bravos, premió la obra. Para el gusto general una puesta en escena demasiado larga y con un final predecible.
La obra “El puerto de los cristales rotos” (Harbor of Broken Glass), presentada por Teatro Avante y dirigida por Mario Ernesto Sánchez, también tuvo su final con la proyección en la pantalla monumental de la lista de los 937 nombres de los pasajeros del MS Saint Louis y el violinista Jorge Carlos Oviedo, tocando en vivo notas melancólicas hace el cierra la función. Un aplauso seco, sin vivas, ni bravos, premió la obra. Para el gusto general una puesta en escena demasiado larga y con un final predecible.
El poner en lista los nombres y
apellidos de los 937 pasajeros de este crucero fue un homenaje y un
reconocimiento a quienes vivieron esta tragedia, reviviendo un recuerdo casi
olvidado y marcando un recordatorio histórico, un deseo, un anhelo común: Que
una infamia igual no se vuelva a repetir jamás!.
Para los que se quedaron sin
verla, “El puerto de los cristales rotos” (Harbor of Broken Glass),
presentada por Teatro Avante y dirigida y co-escrita por Mario Ernesto Sánchez volverá a la escena en Miami del 2 al 5 de
febrero de 2017, en el On.Stage Black Box Theatre del MDCA.
Fotos-Cortesías: Festival
Internacional de Teatro Hispano de Miami/ Teatro Avante / El Nuevo Herald / Asela Torres / Dory Cruz / General
Google photos).
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Herrera-Monroy
Jorge Herrera-Monroy Periodista,
Blogger, Productor, presentador y locutor de TV/Radio. Nacido en Mérida,
Yucatán, México. Con más de 30 años de
experiencia en medios de comunicación en México, Estados Unidos, Chile y
Guatemala. Egresado de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Anáhuac
Norte en la Ciudad de México.
herreramonroy@hotmail.com
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